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PCE, IU y su Área de Juventud reivindican el 94 aniversario de la proclamación de la II República con una concentración-homenaje a los republicanos que lucharon por la libertad

La concentración tendrá lugar el próximo lunes 14 de abril a las 13:00 horas en el Monolito a los represaliados republicanos situado en la plaza del Mercado.

Un año más sin República, un año menos hasta conseguirla.

El próximo lunes 14 de abril conmemoramos los 94 años del inicio de la II República, pero lamentablemente hace unos días se cumplieron 86 años desde que nos la robaron a sangre y fuego.

Hicimos el crecimiento inverso, fuimos una sociedad madura que involucionó forzosamente. La República fue construida gracias al tesón y la maestría de un pueblo consciente.

¿En sus cimientos? La Constitución de 1931. Constitución ejemplar que tuvo un importante impacto en el futuro que se escribía, y en el resto de países europeos. Encarnó principios pioneros tales como la igualdad jurídica; el sufragio universal, consiguiendo por fin el voto femenino; la educación pública, gratuita y laica –“hará del trabajo el eje de su actividad metodológica y se inspirará en ideales de solidaridad humana”-; derechos laborales -“la jornada de trabajo y el salario mínimo”, “vacaciones anuales remuneradas”, “seguro de enfermedad, accidente, paro forzoso, vejez, invalidez y muerte”, etc.-, libertades sociales como la libertad de expresión -“toda persona tiene derecho a emitir libremente sus ideas y opiniones, valiéndose de cualquier medio de difusión, sin sujetarse a la previa censura”-, derecho de reunión, matrimonio civil, derecho al divorcio y un largo etcétera.

España se consolidó como un estado laico en el que se permitía y aseguraba “la libertad de conciencia y el derecho de profesar y practicar libremente cualquier religión”. La Constitución de 1931 aseguraba “asistencia a los enfermos y ancianos, y protección a la maternidad y a la infancia, haciendo suya la “Declaración de Ginebra” o la “Tabla de los derechos del niño”. En justicia se aseguraba “a los litigantes económicamente necesitados la gratuidad de la Justicia”, además de “las garantías necesarias para que sea efectiva la independencia de los tribunales”, también el pueblo inició su participación “en la Administración de Justicia mediante la institución del Jurado”. Y esto por citar solo algunos ejemplos.

Hoy España es una monarquía. Hoy se habla de democracia, de igualdad, de libertad…

No corresponde en este momento hablar de qué es la democracia, por no perdernos en un debate largo y profundo sobre ello, pero sí podemos afirmar sin miramientos y sin equivocación, que claramente la democracia de hoy, no tiene nada que ver con aquella que se forjó. En la Segunda República, con aquella Constitución, se otorgaba legitimidad al pueblo para poder decidir e intervenir en las decisiones tomadas por las Cortes: “el pueblo podrá atraer a su decisión mediante “referéndum” las leyes votadas por las Cortes. Bastará, para ello, que lo solicite el 15 por 100 del Cuerpo electoral”. En las mismas condiciones el pueblo podía ejercer su derecho de iniciativa y podía presentar proposiciones de ley a las Cortes. Estas líneas dejan claro testimonio de que fue el pueblo, mirando al pueblo, el que fraguó aquella democracia. Nada tiene que ver ésta de la que disponemos hoy, que se conspiró de espaldas al propio pueblo, dejándolo todo “atado y bien atado” y sin dar opción a elegir siquiera sobre si se quería una república o la vuelta de la monarquía en manos de Juan Carlos, -Borbón que se crio desde los 10 años bajo las faldas del dictador-. Tan alto fue el calado democrático de la transición, que Adolfo Suárez reconoció que no hicieron referéndum sobre república o monarquía porque habrían perdido.

Tampoco corresponde aquí hablar de igualdad, que no podrá ser efectiva mientras el artículo 56.c. de la constitución de 1978 diga: “La persona del Rey es inviolable y no está sujeta a responsabilidad”.

Hoy, más que ayer, y mañana más que nunca debemos reivindicar y seguir luchando por salir del largo letargo inducido por la dictadura que asoló nuestro país y conseguir regresar a la senda de los avances que en aquel momento nos aportó el modelo republicano. Solo el pueblo salva al pueblo, y por ello, debemos volver a tomar las riendas de nuestro propio destino.

Quisieron matarnos. Y todos los 14 de abril son un día para llorar y recordar a todos luchadores y luchadoras que murieron defendiendo la libertad, dejándose la vida por la República y por todo lo que representó en aquel momento histórico. Ejemplos mayoritariamente anónimos que no debemos olvidar nunca, por ellos, recordamos a todas y todos los luchadores por la libertad, no creemos que el hoy haga justicia a su sacrificio. Por ello, reivindicamos este día tan importante y seguimos luchando para aproximarnos a la meta soñada y así, honrar de la mejor manera posible su memoria.

Quisieron ahogarnos. Pero la llama perdura, y es nuestra responsabilidad avivarla. Esa llama que abriga y despierta la conciencia de clase. Esa por la que debemos luchar, para retomar el poder como pueblo adulto, consciente de sus derechos y deberes, y capaz de construir una Tercera República socialista que guíe e inspire internacionalmente a los pueblos del mundo.

Seamos esa República, ese pueblo que ayude a avanzar a la humanidad. 

Maduremos, dejemos de ser ese pueblo que avanza a costa de los derechos humanos, del expolio y del genocidio. Dejemos de ser un pueblo capitalista, racista y machista. 

Es, por todo ello, por lo que llamamos a la movilización social, cultural y política a favor de una III República, y es por todo ello, que, convocamos una concentración-homenaje para el próximo lunes 14 de abril a las 13:00 horas en el Monolito a los represaliados republicanos situado en la plaza del Mercado. Concentración para reivindicar la necesidad de avanzar como pueblo hacia unos valores más justos, menos medievales. Homenaje para recordar a todas y todos los republicanos que murieron defendiendo la II República y todo lo que significó para nuestro pueblo.

Finalmente, recordamos los versos que nos dejó Rafael Alberti, que fueron frecuentemente recitados en los campos de batalla y que sirvieron de inspiración a todas y todos los que murieron defendiendo la II República.

Las tierras, las tierras, las tierras de España,

las grandes, las solas, desiertas llanuras.

Galopa, caballo cuatralbo,

jinete del pueblo,

al sol y a la luna.

Vuestra memoria perdura. El pueblo no olvida.

Arriba parias de la tierra. ¡En pie!