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8M. Historia Feminista. Origen del día Internacional de la Mujer Trabajadora

El origen de esta conmemoración está en las primeras luchas que llevaron a cabo las mujeres trabajadoras para mejorar sus condiciones laborales. En 1857, cientos de costureras de la compañía Lower East Side en Nueva York, reclamaban una jornada laboral de 10 horas ya que trabajan más de 12 al día y también salarios más altos, sus salarios eran inferiores en un 60 o 70% al de los hombres. La policía entonces dispersó a las manifestantes.

Pero no fue la primera ni la última vez que las obreras textiles se movilizaban. Medio siglo más tarde, en marzo de 1908, 15.000 obreras marcharon por la misma ciudad al grito de “¡Pan y rosas!”, para exigir un recorte del horario laboral, mejores salarios, el derecho al voto y el fin del trabajo infantil. También en este año, y en Estados Unidos, se instauró el Women’s Day organizado por destacadas mujeres socialistas como Corinne Brown y Gertrude Breslau-Hunt, cuya finalidad era la reivindicación del derecho al voto para las mujeres. No fue hasta 1920 cuando se aprobó la Decimonovena Enmienda de la Constitución Estadounidense por la que se otorgaba a las mujeres el derecho al sufragio.

En Europa, fue en 1910 cuando durante la II Conferencia Internacional de Mujeres Socialistas, celebrada en Copenhague, se decidió proclamar el Día Internacional de la Mujer Trabajadora. La propuesta inicial partió de Clara Zetkin; además fundó el periódico “La Igualdad”, que se transformó en uno de los canales de expresión más importante de las mujeres socialistas de su época. La declaración de la Internacional Socialista tuvo una gran repercusión; al año siguiente, en 1911, el Día Internacional de la Mujer Trabajadora se proclamó por primera vez en Austria, Dinamarca, Alemania y Suiza.

En Rusia, el 8 de marzo (el 23 de febrero según el calendario juliano) de 1917, y como reacción ante los 2 millones de soldados rusos muertos en la guerra, las mujeres rusas escogieron de nuevo el último domingo de febrero para declararse en huelga en demanda de “Pan para nuestros hijos” y “El regreso de nuestros maridos de las trincheras”.

Las protestas de las mujeres trabajadoras representaron una amenaza tal, que incluso las fuerzas de seguridad zaristas, acostumbradas a brutales represiones, no se atrevieron a tomar las medidas habituales contra las rebeldes. Sólo pudieron observar con confusión la ira del pueblo.

El Día de las Mujeres Trabajadoras de 1917, las rusas comunistas levantaron la antorcha de la revolución proletaria y prendieron fuego al mundo. Cuatro días después el Zar se vio obligado a abdicar y el gobierno provisional concedió a las mujeres el derecho de voto.

La feminista Alexandra Kollontai (comisaria del Pueblo para la Asistencia Pública y primera mujer de la historia en ocupar un puesto en el gobierno de una nación) fue la que consiguió que el 8 de marzo se considerase fiesta oficial en la Unión Soviética, aunque laborable. Habría que esperar hasta 1965 para que pasase a ser festivo. En las primeras cúpulas políticas de la revolución hubo muchas dirigentes mujeres, que además de concienciar a la población femenina de su nueva situación quiso promocionar un nuevo y ambicioso plan. A ello debe sumarse el fundamental papel de las mujeres en la URSS, formando parte del Ejército regular soviético en la guerra contra el nazismo (único ejército mixto en la contienda), como Liudmila Pavlichenko, o protagonizando la conquista del espacio como Valentina Tereshkova.

En 1977, la Asamblea General de la ONU fijó el 8 de marzo como el Día Internacional por los Derechos de la Mujer y la Paz Internacional.